El tiempo, en física, es la magnitud que nos ayuda a medir la duración o separación entre 2 o más eventos. La mayoría lo tomamos como aquél factor que nos indican los “cuandos”. Cuándo tenemos que estudiar, cuando podemos jugar, cuando haremos esto o lo otro. La humanidad lo ha clasificado en segundos, minutos, días, meses, años, etc. Así, podemos tener un mayor control del tiempo, y podemos también organizarlo de mejor forma para hacer lo que nos plazca.
Hoy en día todos tienen presente esta idea al hablar de tiempo, de algo cuantificable, algo que se puede medir, algo que podemos modelar con números. Sin embargo, en épocas y culturas anteriores, y en particular la griega, habían dos formas de referirse al tiempo, Kronos y Kairos.
Por Kronos se conocía al “ tiempo humano”. Es decir, al tiempo cuantificable, que se puede medir numéricamente. Es el tiempo del calendario, de las fechas y de las estaciones. De este vocablo deriva la palabra “Cronología”, lo que sugiere un “orden secuencial” de cosas en el tiempo
Por otro lado Kairos se refiere a un tiempo especial, un tiempo oportuno, un tiempo que a diferencia de Kronos, no se puede medir, no es un tiempo cuantitativo, sino cualitativo, que no se puede modelar numéricamente pero sí se puede describir de acuerdo a la apreciación de cada uno. Es un tiempo de oportunidades, de cosas que se presentan sin previa planificación, donde no se puede esperar y pensar.
En esta época todos esperamos tener el control del tiempo, por ende todos nos centramos en el tiempo Kronos. Incluso en nuestra vida cristiana, queremos que Dios haga cosas en nuestra vida, con nuestra familia, profesión, estudios y todo lo demás en el tiempo que nosotros estimamos correcto. Cuando oramos y pedimos cosas a Dios muchas veces imponemos hasta “fechas” y “condiciones” para lo que anhelamos. A veces pensamos que Dios no nos escucha, ya que pasan los años y no hay respuesta de su parte, o que no nos da todo lo que pedimos, al respondernos fuera del tiempo que nosotros habíamos considerado prudente. La invitación es a reflexionar en esto, ¿Quién sabe mejor que Dios cuándo es el tiempo preciso para que se haga algo? El nos conoce más que nosotros mismos, y por ende no cabe duda que lo que El considera correcto es mucho mejor de lo que nosotros consideramos correcto. A esto nos referimos cuando hablamos de “Su Voluntad”, a que él determine los “cuandos” y “comos” de todo. Oremos siempre pidiendo que se haga su Voluntad y no la nuestra, ya que nosotros fallamos de repente ;D.
No es que Dios no responda, o que se haya olvidado de nuestros sueños. Lo que pasa es que Dios no considera el Kronos, no es necesario, el humano ya lo ha medido y lo puede organizar. Dios se mueve en el tiempo que no está bajo control, en el tiempo inesperado, en el tiempo que sólo El puede dominar, y que por ende es oportuno. Dios actúa en el Kairos, en el tiempo perfecto, único e ideal. Todo lo que pedimos, y todo lo que Dios nos quiere dar, tiene un instante determinado en el cual lo recibiremos, pero ese instante nosotros no lo podemos determinar, no esta “fijo” y anclado en el tiempo cronológico. Si fuese así, se haría nuestra imperfecta voluntad, lo que nos puede llevar incluso a cosas muy malas. Por eso el instante determinado no se rige a lo cronológico, sino a la etapa oportuna, al Kairos de Dios.
Eclesiastés 3:1-8 dice que hay un tiempo para muchas cosas, no dice para “cuando”, pero sabemos que existe algún tiempo indicado. Ese tiempo es el Kairos, el tiempo de Dios.
Ohhh, la mayoría de las veces cuesta esperar el perfecto tiempo de Dios, pero ánimooo!!!, y mucha fe en que toda promesa de Dios para nuestras vidas se ha de cumplir. Disfrutemos la vida día a día, no nos perdamos el HOY por correr hacia el MAÑANA.
ResponderEliminar--ChasKaty--